12 soluciones domésticas para matar malas hierbas sin pesticidas
Y así, aunque poco satisfecho con la definición (después de todo, desde un punto de vista botánico o terapéutico, no existen las malas hierbas), pasaron los años y entendí que esos vegetales no tenían mala intención, simplemente estaban fuera de lugar.
Fotogramas de la película ‘El cuento de la princesa Kaguya’, un filme de animación de Isao Takahata que no debes perderte si eres amante de la naturaleza, de Japón y sus leyendas, o de la belleza insuperable de las cosas más pequeñas.
Los guisantes se consideran un cultivo de primera clase si se plantan expresamente, pero pueden considerarse “malas hierbas” en una plantación de trigo.
Años después, viviendo ya en la gran ciudad y habiendo cambiado una casa de campo por un piso sin jardín, cambió mi visión de esas pobres especies “invasoras”. Las veía crecer en el hueco de una acera o la esquina de una pared y me parecían todo lo contrario: supervivientes inquebrantables que luchaban por hacerse un hueco entre el cemento y la contaminación.
Pero lejos de esta visión nostálgica del urbanita que celebra cada pizca de verde entre el asfalto, está la de aquellos agricultores o amantes de la jardinería que sufren su presencia tenaz.
Las malas hierbas (8.000 de las 250.000 especies de plantas que existen, representando el 0,1% de la flora mundial) nos dan motivos sobrados para desear retirarlas de nuestros terrenos, puesto que dificultan o impiden que otra especie expresamente cultivada por nosotros pueda crecer, desarrollarse o producir en sus mejores condiciones.
Les roban agua, luz, nutrientes o terrenos a nuestros cultivos deseados. E incluso pueden esparcir patógenos que degraden su calidad o acaben con ellos.
Por todo ello, voy a dejar atrás cualquier rastro de romanticismo y a recopilar 12 remedios naturales, domésticos y sin herbicidas ni pesticidas tóxicos para erradicar las malas hierbas de nuestras zonas verdes, que seguro te vendrán bien en un chalet, jardín o patio por el que suelas ver asomar vegetales inesperados.
1. Arráncalas
No hay atajos hacia el paraíso, amigos: lo primero es remangarse, calzarse un par de guantes de jardín para proteger nuestras manos, y arrancar las malas hierbas.
Pero para llevar a cabo un desherbado manual en condiciones no vale con cortarlas por el tallo, es necesario sacarlas de raíz, para lo que deberemos agarrarlas con firmeza y tratar de que no se rompan.
Hacerlo después de una lluvia o de haber regado nos ayudará bastante, al ablandar la tierra y permitirnos sacar parte del terrón en que está incrustada la mala hierba con menos complicaciones.
Si es necesario, utiliza un cuchillo o un destornillador para soltar las raíces más testarudas.
2. Despliega tela de jardín para evitar su aparición
Una vez consideres que el terreno está libre de malas hierbas, puedes proteger la superficie extendiendo tela especial para paisajismo, y cubriéndola después con una capa de mantillo o paja.
Estas barreras físicas impedirán que las hierbas indeseadas aparezcan.
3. Acolchado con mantillo, tu gran aliado
Ya sea con la tela de paisajismo o sin ella, el mantillo es un must en tu jardín frente a las invasoras verdes. Permite a tu suelo permanecer fresco, húmedo y elimina la luz que las malas hierbas necesitan para crecer.
Debes mantenerlo a unos 3 o 4 centímetros de profundidad, y lejos de tu césped, pues también matará tu tan deseado manto verde si lo cubre.
4. Deja tu césped un poco más largo
Su salud también depende de su longitud, y cuanto más corto lo tengas, más delicado será por norma general. De 5 a 8 cm de alto es una buena medida para mantenerlo fuerte. Por otro lado, pasar el cortacésped antes de que las malas hierbas desprendan sus semillas también es una buena idea.
5. Alquila cabras
¿Creías que todas las opciones iban a ser tan sencillas y accesibles como las cuatro primeras?
Me encantan las grandes soluciones a grandes problemas. Y contratar un rebaño de cabras para que te dejen al cero una enorme cantidad de maleza es tan poco ortodoxo como brillante (aunque, si preguntas en un pueblo, les parecerá lo más lógico y normal del mundo).
Las cabras pueden alcanzar lugares y ángulos realmente complicados para la mano del hombre y su maquinaria. Y sus pezuñas actúan como arados a medida que pacen en tus terrenos. ¿Te ríes? Pues en Google no les pareció tan ridículo cuando alquilaron un rebaño para limpiar el solar de su sede principal…
Lástima que esta solución con huella de carbono (casi) 0% solo esté de moda en los Estados Unidos de América… ¡por el momento!
6. Debilita las malas hierbas hasta matarlas
Si hay zonas extensas donde solo existen malas hierbas y quieres exterminarlas de forma práctica y sin esfuerzo, cubre esa zona con papel de periódico para privarlas de rayos solares. Verás cómo dicha carencia las hace más frágiles hasta que mueren sin dejar descendencia.
De paso, el papel fertilizará el suelo, enriqueciéndolo para tu próximo cultivo.
7. Vierte agua hirviendo sobre ellas
8. Échales sal
Te lo adelantaba justo arriba, porque mezclada con agua será más fácil de esparcir de forma profunda y efectiva. Eso sí, cuídate de no hacerlo sobre un área en el que desees plantar algo después, pues la sal dejará estéril el suelo durante un largo tiempo.
Además, puede erosionar superficies de cemento.
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9. Vierte vinagre
Otra solución del abuelo, 100% efectiva. Sobre todo si utilizas un vinagre con un 20% de ácido acético.
Eso sí, ten en cuenta que, al igual que la sal, el vinagre dispara primero y pregunta después. Ninguna hierba, buena mala o regulera, se salvará de su poder destructor. Y harás descender el pH del suelo a niveles catastróficos para cultivar vida después. Ojito.
10. Véncelas por la fuerza
Si algo hace a las malas hierbas tan duras de pelar, es que son las plantas más radicalmente autóctonas y eficientes de tu territorio. Por eso se abren camino pese a no ser buscadas, sembradas de forma voluntaria ni agasajadsa con mimos y riegos.
Así que elige para cultivar especies autóctonas, fuertes y muy adaptadas a tu zona, tierra y climatología para que planten una batalla sin tregua por los recursos —sol, agua, sustratos— e impidan que las malas hierbas se propaguen con facilidad.
11. Cómetelas
Esto tampoco es broma… Muchas de las especies que consideramos malas hierbas son comestibles e incluso guardan muy buenos nutrientes y propiedades para nuestro organismo.
Ya existen libros que te ayudan a identificarlas, como si de setas se tratase. ¿El problema? Pues que, igual que las setas, no pocas son venenosas por ingestión. Ante la duda, ¡no te la metas en la boca!
12. Aprende a amarlas
Ya sabes, “si no puedes con el enemigo…”
Dice el poema que la mala hierba de un hombre es la rosa de otro. Y, como decíamos al principio, no existe el concepto “mala hierba” desde un punto de vista que no sea el más práctico. Los dientes de león son considerados como tal, y sin embargo resulta una de las plantas con propiedades más beneficiosas para el organismo del ser humano (especialmente provechosa para el hígado).
Si a ti también te pasa como a mí, verás la belleza de la resiliencia en cada brote no deseado que se niega a no prosperar en su ciclo vital. Solo hace falta mirar a ese vegetal desde otra óptica e, igual que el musgo es erradicado en EE.UU. y cultivado con mimo en Japón, podrás disfrutar de esa forma de vida.
Si tienes amigos que vivan en casas ajardinadas, comparte esto con ellos. Y si vives en la ciudad, no olvides celebrar cada pequeño proyecto de vida que asoma entre los baldosines cuando te pares en el próximo paso de cebra.
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Como la artista urbana Mona Caron, que opina lo mismo sobre la incorrección de llamar a estas supervivientes malas hierbas. Y como reivindicación, las pinta en forma de grandes murales que, al igual que ellas, van creciendo unos centímetros cada día en sus propias intervenciones artísticas.
Y recuerda, si necesitas ayuda, nuestros expertos manitas se encargarán de todo.
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