Averías fantasma en Nochebuena
Todos contamos con alguna historia, que no hemos tenido la oportunidad de contar. Pero seguro que más de uno guarda alguna en el tintero o incluso en la manga en forma de as para “sacarla” a la luz en el mejor momento. Y hoy llega a nuestras manos, una historia auténtica, navideña, cómica y con un final sorprendente de uno de nuestros profesionales.
He salvado La Navidad a un cliente
Se trata de la historia de Miguel Ángel Rueda, nuestro pintor de Oviedo, y la señora María Pérez: “Sucedió un 24 de diciembre. Era una mañana fría de invierno, la nieve cubría las calles y yo me encontraba enfermo en la cama con 39º de temperatura.
Eran las 08:30h de la mañana y sonaba mi teléfono de la empresa. Lo miré con los ojos totalmente vidriosos y al no reconocer el número, lo silencié hasta que finalmente se cortó la llamada. Pero en cuestión de segundos... volví a recibir otra llamada del mismo número. Con voz ronca y sin tener apenas fuerzas me armé de valor y descolgué el teléfono. Se trataba de María Pérez, una clienta que necesitaba una reparación urgente. Llevaba toda la noche sin dormir, estaba nerviosa y asustada, pues tenía una supuesta avería en su salón y esa misma tarde llegaba toda su familia para pasar en su casa las vacaciones de Navidad.
Mientras le atendía por teléfono, me indicaba que hacía 20 días le habíamos reparado el salón y la cocina. La señora me explica que la noche anterior antes de acostarse empezó a oler a pintura y miró hacia el techo y encontró una mancha muy grande a lo largo del mismo, en una zona que no había sido afectada por la avería que le habíamos reparado anteriormente. Sin perder ni un minuto, pegué un bote de la cama, me puse mi uniforme, arranqué la furgoneta y me dirigí al domicilio de la señora María, que me recibió con cara de gran alivio por la prontitud de la atención.
¡Comienza la acción!
Al entrar en la casa, me fui directo al salón. En principio no observé nada raro, de hecho no fui capaz de encontrar esa enorme mancha de la que me hablaba María. Así que le pedí, por favor, que apagara todas las luces de decoración navideña que tenía encendidas. Una vez apagadas, encendí mi lámpara de luz blanca para intentar encontrar la mancha en el techo. Pero, ¡ni rastro de ella! Por supuesto, la señora no daba crédito. Lo cierto es que contado así, parece una escena de la película Los Cazafantasmas, porque dadas las circunstancias me vino una imagen de Dana, clienta del film, cuando tiene una extraña visión dentro de su apartamento.
Así que para encontrar un sentido, le propuse a la señora que repitiera la escena de cuando encontró la supuesta gigante mancha y nos pusimos manos a la obra. Apagué mi lámpara, bajamos las persianas y la señora encendió su lámpara mientras se sentaba en su sillón orejero. Y exaltada gritó: “¡¡¡¡Ahí, ahí está la mancha!!!”.
Efectivamente, la señora María contaba con una gigante mancha, pero fruto de una sombra formada por el reflejo de la luz de su lámpara y el carril de las cortinas :)
Con nuestras miradas sobraron las palabras, María estaba perpleja y a los pocos segundos, me preguntó desconcertada: “Entonces, ¿a qué se debe este fuerte olor a pintura?”. No tuve más remedio que invitarle a salir al rellano de su casa para poder contestarle, de nuevo, sin palabras. Una vez allí, el olor era todavía más intenso y le mostré que su vecino estaba renovando el parquet y de ahí esta fetidez tan intensa. Tras un largo silencio y con cierta vergüenza, la señora me pidió disculpas, no una vez, por lo menos diez veces. A lo que yo le contesté: “María, de verdad, no hace falta que te disculpes ni una sola vez. En HomeServe no hay nada más grato que ayudar a nuestros clientes, sea cual sea el problema".
Y en ese justo momento, una vez descargada toda la tensión... llegó el mejor regalo de la Navidad para la señora María: Su hija, yerno y sus dos nietos se presentaron horas antes de lo previsto. No tuve más remedio que emocionarme pues me encontré con otra escena más que ni en las mejores películas nominadas al Oscar.
En definitiva, no nos quedó más remedio que reírnos, darnos un abrazo y desearnos una feliz Navidad. Y allí dejé a toda la familia con un ambiente totalmente navideño, cantando villancicos que sonaban a victoria. Eso sí, he de destacar que me sentí como un auténtico héroe o como el mismísimo Peter Venkamn de Cazafantasmas, porque en definitiva de lo que se trata es de salvar la tranquilidad de nuestros clientes.
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