Tres momentos clave en el futuro de la energía eléctrica a corto plazo
Las empresas de servicios y suministros están llegando a un punto de no retorno que las va a llevar a una reconversión total. Así, vemos que, a raíz del auge de las energías renovables, el cambio está cada vez más cerca en el sector energético.
Debido a su amplitud, en este post vamos a centrarnos en la energía eléctrica y en la trasformación que se está llevando a cabo. Más concretamente, el sector eléctrico se enfrenta a una serie de retos importantes, entre las que destaca la penetración de nuevas tecnologías como Big Data, Inteligencia Artificial y Blockchain.
Hoy en día, la forma en que se produce electricidad, cómo la usamos, valoramos y la comercializamos/distribuimos ha cambiado de manera significativa gracias a tres factores:
- Las tecnologías de producción de energías renovables (y su popularización al ser más accesibles para el gran público).
- La posibilidad de disponer de recursos energéticos distribuidos.
- Y la caída del coste de almacenamiento energético doméstico.
Todo esto llevará al sector a una serie de “puntos de inflexión” tras los que ya nada volverá a ser lo mismo y que provocarán cambios notorios.
Puntos de inflexión críticos para el sector eléctrico
A continuación, veremos tres horizontes temporales en los que se producirá un evento importante que marcará al sector. Estos horizontes tienen unas fechas estimadas probables que, como podemos imaginar, no tienen por qué ser exactas.
Sin embargo, las fechas se calculan a partir de diversos modelos de probabilidad y tienen en cuenta la demanda de energía proyectada y la predicción de los costes de la autogeneración eléctrica, por ejemplo.
Todas las fechas pueden cambiar a medida que cambie la tecnología, las normativas y leyes y la demanda.
- Año 2021. La energía 'off the grid' (generada y distribuida fuera de la red eléctrica, por ejemplo, la que se genera en el hogar con energías renovables) alcanzará la paridad de costo y rendimiento con la energía entregada por la red.
- Año 2025. En ese momento, los vehículos eléctricos tendrán el mismo precio y prestaciones con los coches de combustión interna.
- Año 2039. El momento en el que transportar y distribuir la energía será más costoso que generar y almacenar la electricidad localmente (en el barrio, en el edificio, en la vivienda…).
Lo que estos puntos de inflexión van a provocar en el sector de la electricidad es una serie de retos muy claros que cambiarán la manera de gestionar su negocio y tendrán, en definitiva, consecuencias a largo plazo:
- Existirá una mayor complejidad a la hora de integrar y gestionar diversas fuentes de energía distribuidas. Por lo que surgirán problemas de rendimiento y experimentarán un aumento en los costes de mantenimiento de la red. Esto irá unido a una rápida caída en los costes de autogeneración, lo que acelerará la “huida” de los consumidores hacia competidores no tradicionales.
- Cuando los vehículos eléctricos ganen cuota de mercado y proliferen como primera opción de movilidad, el sistema eléctrico soportará una demanda muy superior a la actual. Esto es a la vez un reto y una oportunidad, puesto que ese incremento de demanda puede llevar a una mejor gestión de la energía y a una mejor utilización de la red al aprovechar los períodos de alta producción de energía renovable.
- La “localización” de la producción energética implicará la necesaria transformación digital del mercado de la energía para lograr gestionar correctamente la distribución de la energía en áreas reducidas. Por descontado, serán necesarios nuevos modelos financieros y regulatorios para gestionar la cuadrícula de “información”.
Todos estos puntos son la clave para la renovación del sector eléctrico, que debe adelantarse a lo que está por venir. En el caso de los vehículos eléctricos, las utilities pueden invertir en una infraestructura que permita a las baterías de los vehículos contribuir a la estabilización de la red al inyectar parte de su carga a la misma cuando no la necesitan, y recuperarla cuando es necesario recargar.
Como ya comentamos, ante las nuevas perspectivas del sector se encuentran oportunidades como el desarrollo de aplicaciones que creen mercados virtuales para intercambiar energía a través de micropagos, o utilizando tecnologías como blockchain y su aplicación en contratos inteligentes.
En cuanto a la aparición de las microrredes eléctricas, las grandes compañías pueden contribuir a su construcción para las comunidades, conectando y administrando la generación de energía de diferentes hogares y edificios autogenerados.
Los grandes cambios no son amenazas, son retos que descubren oportunidades. En el caso del sector eléctrico nos encontramos con que cuenta con recursos suficientes como para adelantarse a los próximos cambios, posicionándose como un actor principal, invirtiendo en infraestructura y centrándose en construir un negocio ágil y colaborativo que esté listo para pivotar rápidamente y aprovechar las nuevas tecnologías y tendencias.