Qué es Smart Water
Dentro de la Smart City, el control y la gestión del agua es un pilar fundamental, puesto que se trata de un recurso escaso a nivel mundial al mismo tiempo que imprescindible para la vida. De ahí que todos los esfuerzos vayan encaminados hacia la tecnología, la cual hace posible innovar en gestión y consumo de agua a través de sensores, machine learning, big data e incluso drones y otros avances.
Y es que uno de los pilares de las Smart Cities es garantizar la sostenibilidad. De hecho, podemos definir Smart City como “un desarrollo urbano basado, principalmente, en la sostenibilidad”. Esto significa que su diseño va a estar centrado en dos líneas:
- Por un lado, en responder a las necesidades básicas de instituciones, empresas y habitantes.
- Por otro lado, en ser respetuosa con el medio ambiente, optimizando el uso de recursos y ofreciendo un crecimiento escalable.
La Ciudad del Agua Inteligente (Smart Water City)
Está previsto que las Smart Water Cities dispongan de un tratamiento de aguas avanzado, el mismo que optimizará el gasto energético a través de muchas medidas como el alumbrado inteligente, realizará control de tráfico en tiempo real adaptado a las circunstancias, albergará edificios inteligentes…
Por Smart Water entendemos ese tratamiento avanzado del agua con una gestión que se beneficia mucho de las nuevas tecnologías, en especial de la inteligencia artificial aplicada en sistemas de aprendizaje automático. Estos sistemas aprenderán progresivamente y serán capaces de optimizar el uso y gestión de las aguas en las ciudades con unos costes que disminuirán con el paso del tiempo.
Además, el funcionamiento de dichos sistemas y todo lo que rodea al agua se trata con el máximo respeto por el medio ambiente, ya que existe una preocupación real por este tema y, sobre todo, por la sostenibilidad a largo plazo.
Hoy, la gestión del agua tiene conciencia medioambiental, desde el nivel del usuario doméstico, pasando por los fabricantes de electrodomésticos hasta el nivel gubernamental. El principal problema, o la principal vía de desperdicio de agua en las ciudades está en una infraestructura deficiente, deteriorada o, directamente, inexistente.
Esta es la conclusión más importante de un informe de la OCDE (2016), donde se analizaba el desperdicio de agua en una selección de 48 ciudades de todo el mundo. El estudio se basó en criterios de seguridad del agua, abastecimiento, saneamiento, manejo de aguas residuales, drenajes y su tratamiento.
De los resultados arrojados por este informe se concluye que solo con una gestión automatizada e inteligente de un recurso tan importante como el agua se podrá impulsar el desarrollo sostenible de las ciudades. Estos resultados muestran, entre otras cosas, cómo se desperdicia hasta el 40% del agua (en 2012) por filtraciones y fugas en ciudad de México, una de las ciudades más pobladas del mundo. En el informe se detallan también las características de otras muchas ciudades con un gran desperdicio de agua que se podría corregir gracias a la tecnología.
Mejorar el uso del agua gracias al concepto Smart Water
Vigilancia, revisión de datos, mejora de la calidad de las aguas, reducción de la contaminación y apostar por minimizar los residuos peligrosos: estas son algunas de las “misiones” a resolver. Todo esto lleva a conseguir un aumento de la eficiencia del uso del agua en todos los sectores, además de la depuración de las aguas residuales, mejorando su reciclaje y reutilización.
El concepto Smart Water incluye también llevar a cabo medidas que permitan restaurar la capacidad natural de drenaje de las ciudades. Algo que se puede lograr de dos maneras:
- A partir de soluciones que aprovechen mejor el agua de la lluvia.
- Y con recursos que mejoren la capacidad de infiltración de las superficies, reduciendo aquellas con pavimentos impermeables.
Y es que el agua de la lluvia permite utilizar sistemas de recolección y almacenamiento en techos y superficies que lo permitan (y darles un uso a esas aguas), así como aprovechar filtros y humedales para mejorar el tratamiento del agua protegiéndola de contaminantes.
La tecnología entra en juego al ofrecer la posibilidad de diseñar sistemas de gestión capaces de tener en cuenta las previsiones meteorológicas a largo plazo y así poder planificar diferentes acciones destinadas a acumular mayor o menor cantidad de agua en las épocas más húmedas, para no tener que imponer restricciones en épocas menos favorables.
En resumen, en una Smart Water City se hará un uso responsable de las aguas, aprovechando la lluvia, reutilizando las aguas grises y, también, concienciando a la población en el uso sostenible de este recurso tan limitado e importante para la vida.